La habitación tenía una cama grande, de la que parecía salir un imán que atraía mi cuerpo sin compasión, mientras mi anfitriona seguía hablando yo la oía cada vez mas lejos
-......mi nombre es Anabel, mi esposo y mi hijito están dormidos, mañana los verá por acá, al lado tenés el baño
-Gracias, gracias, mañana hablamos
-Si mañana, mañan........
Ella continuaba hablando pero yo solo oía unos ruidos que no reconocía mientras el cansancio me vencía. Me quité la ropa y fui al aseo; era un espacio sin pavimento en el suelo, una tabla caída y la falta de retrete me sugirió que ese era el vater, levante la madera y ¡ cierto ! ahí estaba el agujero, había ademas dos barreños y una palangana pequeña de plástico, en la pared un tubo acodado parecía hacer el oficio de ducha, abrí el grifo pero no salió ni una gota de agua, en uno de los barreños había un poco, lo suficiente para enjuagarme las manos. Después me acosté. A lo lejos se oían sonidos graves- booooouuuummm- ,seguidos de otros mas cercanos agudos y metálicos-tatatttttttrrrrr-, están lejos me decía para mis adentros, lejos...lejos...me dormí con esos sonidos.
Por la mañana el silencio era impresionante-quizá un alto al fuego-, también lo era el olor del café que llegaba hasta la habitación, entré en el aseo con la esperanza que lo que recordaba fuese un sueño, no lo era, el vater era tal y como lo he contado. Me anime con el olor del café y siguiendo su rastro fui en busca de una taza a la cocina
-Buenos días- dije a una jovencita de unos 12 a 14 años- creía que estaría Anabel
-Muy buenos días señora, ¡ay no ! la señorita Anabel está para el Centro de Salud es dentista, el señor Augusto anda en la Trinidad es médico, ahorita Director del Hospital y el chigüin en la escuela, solo me encuentro en la casa yo que soy Camila, para lo que guste mandar, le preparé cafetito y unos frijolitos, la ayuda este mes no llegó a tiempo, habrá que esperar al barco un poco mas para tener arroz, sin arroz no se puede hacer nada.......
El café estaba delicioso, caliente y con un olor especial como si tuviera vainilla , sin azúcar -por supuesto- y clarito, nada de color negro, marrón oscuro diría yo. Los frijoles estaban triturados, al lado en un bol unos trozos de plátano, Camila me señalaba que tenía que coger un trozo de plátano y con él una porción de frijoles, como se percató que yo no entendía y mientras hablaba de las maravillas culinarias que le había enseñado su madre a hacer con el arroz, lo hizo un par de veces para que yo siguiera sus pasos, así lo hice y me comí todo lo que me había preparado, no estaba tan bueno como el café pero, como decía mi madre, a buen hambre no hay pan duro, me resultó delicioso.
(mi casa en Estelí a la derecha)
Vinieron a recogerme algunos componentes de la brigada todos estaban maravillados del alojamiento que tenía- menos Gustavito, que tenía una buena casa-, los demás vivían en casas donde los chanchos (cerdos) compartían espacio con niños y enseres, se dormía en jergones de paja de maíz en el suelo y se comía con las manos en un perol común para todos, ni decir que no había aseo, ni para aguas mayores ni menores- al corral a la vista de todos- y para lavarse , pues la esponja viajera cuando estaban durmiendo. Así que di gracias a los dioses por cuidar de mi.
(casa de Pepe)
(acompañando a María a su casa)
(plaza principal)
(Pepe y yo saliendo del Ranchito, de tomar ron Flor de Caña y cerveza Victoria, después de 20 días en Estelí)
A las cuatro de la tarde nos convocaron en el edificio del FEDSALUD (federación de trabajadores de la salud), allí nos recibieron Dña.Alicia Huete y Gladys , ambas responsables nuestras en todo el tiempo que durase la estancia en Estelí.
(Dña.Alicia)
Nos presentaron a los responsables de seguridad de cada cuadra- allí no había calles, tenías que tomar un punto de referencia, pe. la Texaco y contar las cuadras que había en dirección al río o a la montaña, pero ¿donde estaba el río y donde la montaña?-, en caso de ataque los niños y los internacionalistas teníamos que seguir a estas personas y teníamos que conocer en cada casa la ubicación de las armas, por si no podíamos huir.
A las 5 de la tarde sonaría el toque de queda y todos tendríamos que estar en nuestras casas
También nos entregaron los distintos destinos en que trabajaríamos, el doctorcito y la enfermera en el Hospital.
(Gladys y su nietecita)
Al salir, los compañeros de seguridad nos enseñaron La Casa del Salvador- los dueños eran refugiados salvadoreños- un pequeño café limpio y fresco donde se podían comer buenos tacos y repochetas mientras hablabas de todo tipo de temas, desde las cooperativas agrícolas hasta las incursiones de la contra, estaban al tanto de las bajas que se producían en el frente y por donde se andaban los contrarrevolucionarios.
Al llegar a casa me encontré la casa vacía, en la cocina no había nada que llevarse a la boca, la nevera- de las de hielo-estaba vacía, no había ni hielo para enfriarla, anochecía e intente encender la luz, pero no se encendía la bombilla que colgaba del techo, me había olvidado preguntar a Camila por el agua, me dejé caer en la cama y me dormí vestida. No se cuanto tiempo estuve así, me despertaron las voces que venían de la pared contigua al aseo y otra vez oí los bombardeos y las ráfagas de metralleta; al cabo de un rato tocaron a la puerta
-Señora Laura soy Anabel disculpe pero las obligaciones son lo primero, procure colocar los cubos bajo la tubería y deje el grifo abierto, a las tres a.m. nos toca el servicio de agua, es bien importante disponer de agua, la saludo y que descanse.
Para cuando quise abrir la puerta ya se había ido, pero la luz se hizo y pude escribir en mi bitácora antes de que se fuera lo siguiente: quiero irme de aquí, me siento asustada y sola, no se nada, tengo hambre, estoy sucia y todo me es ajeno.
Me acoste ahogando los sollozos con la almohada , los mocos y las lágrimas se me juntaban y de esa forma me dormí.
Aprendí a dormir boca abajo porque duele menos el estómago en esa posición cuando está vacío.
Me está costando mucho volver atrás, pero merece la pena sentir el cambio que se ha producido en mí.
Besos a todas/os y continuaré relatando mi viaje.
Creo que en esta entrada tampoco diré nada más que esto: ¡Uf qué susto Laurita!
ResponderEliminarBesos
Si te hace bien recordar, vale. Si no, déjalo. Las cosas no tienen por qué ser diferentes ahora. Tengo una amiga en África, cubriendo un puesto de una ong en un campo de refugiados, y están + ó - como tú lo describes, claro que hoy es siglo XXI, año 2010.
ResponderEliminarUn beso suave, suave.
PD. En esa foto te reconozco mucho mejor.
Me ha gustado tu jardín, creo que acudiré a menudo a un banco.
ResponderEliminarQuedas invitada al mío. Esta todo cubierto de rosas rojas, espero que te guste.
Saludos progresistas de Madrid.
¡Qué entrega hermosa, Laura! Recuerda, sí. Hablarlo es asumirlo ( creo). Pero solamente si tu lo deseas.
ResponderEliminarQue duro debía de ser, y el miedo era real, desde luego si una buena terapia es sacar lo amargo a la luz, tu lo estás consiguiendo con creces.
ResponderEliminarTe puedo decir, que muchas de las chavolas siguen siendo así, y las calles, las de las barriadas siguen sin asfaltar, tal y como muestras en las fotografías, por lo menos hasta hace 6 años. La plaza si que está algo cambiada, pero los limpiabotas siguen estando en el mismo sitio.
Interesantísimo, cuenta hasta donde tus fuerzas te dejen.
Un abrazo
Precioso relato, qué maravilla. Qué duro ,qué tremendo. Lo mejor de todo es que continuará... Aún recuerdo el inicio, hace meses, y esa interrupción de tanto tiempo. Un abrazo.
ResponderEliminarQuerida Julia, lo pasé mal -solo al principio- porque no entendía nada,las cuadras eran todas iguales y me perdía con frecuencia, estaba permanentemente asustada, creyendo que desde cualquier sitio saldría alguien con un fusil o que me robarían o que..., ademas el hambre -que hasta que sabes como ir a comprar y que comprar- te tiene atenazado el estómago, nos dijeron que no teníamos que tomar zumos de frutas en puestos callejeros-por la diarrea y la Hep. A-asi que lo único que nos quedaba era el café porque se hierve el agua para hacerlo, el ron y la cerveza ¡ imagina las medio curdas que llevábamos !, era la única forma de no oír por la noche las baladeras.
ResponderEliminarTodo pasó, como tantas otras cosas y ahora cuando lo leo lloro por esa Laurita que necesitó pasar por esta tremenda situación para crecer. ¡ Con lo fácil que es hacerlo de otras formas! Doy por bien pasado lo pasado y gracias al presente que me permite vivir con coherencia.
Ya sabes lo mucho que te quiero
Míguel como le digo a mi hermana, cada vez que leo el cuadernillo se me pone mal cuerpo, no se hasta donde podré contar pero si veo que es demasiado lo dejaré, gracias por comprenderlo.
ResponderEliminarTambién me sirve para valorar el presente y darme cuenta que los problemas actuales no lo son tanto, solo pequeñas dificultades que nos ayudan a ir dinámicos para superarlos.
Recojo tus besos y te envío otros igual de tiernos.
Marcos, bienvenido al banco, te he dejado mi visita en el tuyo- quizá para el primer día haya sido demasiado-.
ResponderEliminarMe gustan las flores, pero hay que tener cuidado con las rosas que pinchan mucho, dependiendo de por donde se cojan.
Mª Jesús durante mucho tiempo no había leído lo que escribí en Nicaragua; el ser humano tiene una memoria muy selectiva aparta todo lo duro para quedarse con lo agradable de cada experiencia y creo que eso es lo que nos permite seguir viviendo, si puedo continuar mi viaje lo haré y si veo que me crea mucho sufrimiento, como se que lo entiendes, lo dejaré estar. Las primeras semanas fueron las mas difíciles, a ver si las paso y comienza lo agradable.
ResponderEliminarBesos
Ya lo creo José Vte., tu lo sabes por experiencia solo has de añadir a la situación la guerra y el embargo impuesto por EEUU; estuvimos comiendo frijoles para desayunar y para comer durante dos meses, hasta que llego el arroz, ¡ dios mío y qué arroz! del que damos a los perros, partido y con proteínas en forma de gorgojo incluidos, pero en gallo pinto estaba maravilloso.
ResponderEliminarGracias por comprender mi dificultad, escribiré hasta donde pueda.
Besos
Ramon, la interrupción- ahora me doy cuenta de esto- era una resistencia que inconscientemente ponía, ademas de la falta de tiempo, para no pasar por el mismo sitio dos veces, pero el recuerdo es el pasado , ahora todo está en el pasado y gracias a él hoy soy como soy.
ResponderEliminarLo que mas me gusta es que en lugar de endurecerme con estas experiencias, me he hecho mas humana , mas comprensiva y esto me hace bien.
Besos también para ti
Estupendo. Me gustó mucho. Te seguimos.
ResponderEliminarBesos.
Querida Laura, es realmente impactante, un choque de costumbres y un hacer cara a una situación difícil allá, tan lejos.
ResponderEliminarTe asombras al volver sobre tus notas de entonces, porque razón llevas cuando dices que tenemos memoria selectiva y olvidamos lo malo. Mejor que sea así, no cargar continuamente con el fardo de malos recuerdos.
Si te hace bien, continúa.
Si te hace mal, a otra cosa, que lo fundamental eres tú misma.
Un abrazo y un beso, preciosa, guapísima (qué guapica estabas en la foto).
¡Menuda narración, Laura! Impresionante, y qué aventura más tremenda. Espero que sigas contando lo sucesivo, que ya tengo curiosidad por saber cómo se desarrolló todo aquello.
ResponderEliminarAlguna vez he pensado que cuando me jubile me gustaría pasar uno o dos meses al año dando clase en algún sitio donde me necesiten, pero posiblemente no tendría tanto valor como tú para llevar las molestias. Ya veremos. Quedo a la espera de la continuación.
Conforme avance en la lectura fui recreando imaginariamente cada situación con paisajes de mi país, y lógicamente para quien vivió en una nación convulsionada por la violencia de las armas es imposible no entender lo que te toco experimentar.
ResponderEliminarContinua con tus crónicas que ya sabes que somos varios los que te seguimos.
Saludos.
Muchas gracias, Laura por tu valentía al rememorar y por compartirlo.
ResponderEliminarQue alegría que hayas vuelto por fin.
Un abrazo y muchos besos.
Hola soy de Esteli y hija de Doña Alicia Huete. Espero que continúes con tu relato.
ResponderEliminarQuerida hija de Dña. Alicia, hace tiempo que dejé de escribir sobre lo sucedido en Nicaragua, me alegraría saber de vosotros, si eres quien yo creo tengo varias fotos tuyas de cuando viví en Estelí. Por favor ponte en contacto a través de Facebook, solo tienes que poner mi nombre y apellidos. Me has dado una gran alegría. Un fuerte abrazo
EliminarCon gusto la busco.
ResponderEliminarPerdon olvidé preguntarle por su apellido.... y soy Karen la hija menor de Alicia.
ResponderEliminarHola Karen, tengo una foto tuya, con tu mamá y la familia de Gladys. ¡¡ Qué sorpresa mas agradable !!
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