El banco para hablar

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domingo, 18 de octubre de 2009

La tormenta que precede a la calma

Vivir en la montaña tiene sus particulares cambios; puede amanecer con un sol espléndido y a la media hora estar diluviando.

Hoy la tormenta se ha preparado desde el este, el viento ha girado de levante y una densa nube se ha aposentado sobre nosotros, al abrigo del Benicadell.


¿Qué puedo hacer cuando sucede esto? yo me quedo en casa, contemplo la tormenta, su fuerza, oigo como se aproxima, las hojas de los árboles se agitan, los relámpagos dan luz a la oscuridad del cielo, todo se ilumina, entonces surge el estruendo, los perros ladran al ruido queriendo acallarlo con sus ladridos, van y vienen nerviosos, inquietos; comienzan a caer las primeras gotas de agua sobre el tejado, la lluvia cada vez cae más intensa, ya está aquí ¡es magnifica!, desde la pérgola se puede apreciar toda su grandeza. El olor a humedad, a limpieza invade todo el jardín.

Esto es lo que hago cuando una tormenta pasa cerca de mi, no solo me refiero a una tormenta física sino también a otro tipo de tormentas.



Después de esta tormenta todo se aquieta, el sol empieza a salir tímidamente entre las nubes creando efectos ópticos caprichosos, proyectando haces de su luz sobre diferentes lugares, como si fueran ojos del cielo que se asomaran a hurtadillas a curiosear la tierra.



Los colores de la naturaleza son mas intensos y sobreviene la calma.

6 comentarios:

  1. Tras la tormenta viene la calma. O vaya usted a saber. Porque no es igual una tormenta de verano, quizá más corta, pero más cargada de truenos y relámpagos, que una de primavera u otoño, más tranquilas y prolongadas. Y las de otoño con su sol lánguido, al final, un poco friolento, con su arco iris intermitente, el arco del judío que nos decían de niños.
    Un beso.

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  2. Linda entrada.

    Me gustó mucho, lo mismo que el comentario de Juan navarro.

    Un abrazo...!

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  3. Hola, Laura. Veo que compartimos gustos, pero me vas a perdonar esta vez que peque de envidiosas... Me has dejado asombrada con tu jardín. Yo tengo una casa en el campo y una explanada parecida, pero nada que ver, nada que ver en absoluto. No tenemos mucha agua y tampoco dedicamos mucho tiempo al cuidado de las plantas, que son todas subdesérticas, claro. En fin, a lo mejor cuando me jubile, le echo más ratos.
    Y de las tormentas... De las meteorologicas, quisiera yo una de vez en cuando para mi secano. De las otras, forman parte de la vida misma, hay que pasarlas con la esperanza siempre puesta en la calma venidera. Gracias por tu visita.

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  4. Mira por cuanto entro y os veo hablando de tormentas de verano, de otoño y primavera, y también de jardínes, y qué bien.

    Pues es menos bien, porque hoy acaba de morir Felipe, que me ayudó a diseñar y construir el jardín de la parroquia.

    Todas las piedras, todas las plantas, incluidas las parras, los rosales y el cedro, también el pino de soria, el acebo de la montaña palentina, los lilares, incluso el laurel y los tarays, todo absolutamente todo lo hizo él, de pequeños brotes que trabajaba con mimo y paciencia.

    Hablando de estos asuntos, me habéis sugerido -sin decirlo- que le dedique un espacio. Lo haré, sin dudarlo.

    Laura, mi niña, las tormentas son para disfrutarlas, sufrirlas, provocarlas incluso para encargarlas con pago a contrarreembolso. La calma posterior no es lo mejor; lo bueno de verdad es la misma tormenta, el restallido de los truenos en el fondo del valle, y los relámpagos culebreando de cima a cima hasta lo profundo del bosque. Y la lluvia, rabiosa, golpeando en la lona de la tienda, o directamente sobre tu espalda…

    Me pilló una este verano dentro del coche, en la A-7, volviendo de Peñíscola que creí que atravesaba la chapa de mi corsa. Fue tan divertida, que el resto de la tarde me resultó sosísima.

    Pero bonitas, bonitas, las que he vivido en el valle de Benasque. Antológicas.

    Bueno, ya terminé mi parrafada; perdona, es que como es domingo…

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  5. Juan siempre es un gusto tenerte en el jardín, ayer la tormenta no me permitió ver ningún arco iris, despejó diez o quince minutos y después continuo lloviendo toda la tarde. De modo que nos quedamos en casa con sesión de cine.

    Cornelivs, gracias por tus ánimos, me gustaría manejarme como tu en el blog, ¡que dominio, que maestría!. Yo para escribir algo estoy siete horas, escribo con dos dedos, no me aclaro con el tamaño de las fotos, eso si,me encanta participar en los blog de personas interesantes.

    Clares, gracias por la visita, antes cuando tenía bien la espalda me ocupaba yo del jardín , ahora ya no puedo hacerlo, solo lo contemplo alguna vez se me va la mano para arrancar las hierbas, pero no debo hacerlo. Para diseñarlo conté con la necesidad de utilizar la menor cantidad de agua posible, por eso está todo con goteos, hay muchos libros en el mercado que te aconsejan que tipo de plantas tienes que utilizar. El cielo también tiene que ver en el mantenimiento de este vergel, nos regala con lluvias abundantes, parece mentira en el litoral tan solo a ochenta klm. el suelo es casi desértico y aquí ya ves, verde que te quiero verde. Por tu comentario sobre la última de Woody , ayer hubiera querido verla pero no fue posible, me quede en casa viendo una muy tierna "La vida secreta de las abejas", otro día sera.

    Míguel, claro que me gustan las tormentas, pero a mi me gusta mas la calma que viene después, pasear cuando caen las últimas gotas suaves, y oler todo, creo que mi intuición viene de ahí, de la pituitaria, como sabes esta muy cerca de la hipófisis, es eso lo que hace que la percepción sea mas, como diría, mas fina o si quieres mas sensible; y para nada me gusta provocar ni encargar tormentas, a mi me las regalan.
    Entiendo lo que sientes al morir Felipe, para mi alguien que entra a trabajar en esta casa o en el jardín participa de una forma directa en mi "otra casa", es familia no de sangre pero si de vinculación afectiva y es gracias a esas personas que yo soy como soy y que ellas son como son .

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  6. Será cosa de familia pero las tormentas se ven mejor al abrigo, cuanto más lejos mejor. Yo les tengo mucho respeto (y también me dan un poco de susto).

    Míguel, tú es que eres un provocador y, de tormentas, también.

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