El leve movimiento de un brazo sobre mi cabeza me despertó.
--¿Querés almorzar?
Una sonriente azafata me miraba interrogante, Cardenal a mi lado ya tenía su mesita dispuesta y la bandeja de comida sobre ella.
--Parece que descansó bien. El gallo pinto tené buena vista; ¡ ay está dormida ! no mas
No sabía donde estaba, baje la mesita como un autómata y la azafata me colocó la bandeja envuelta con un celofán.
--¿Queres cola, jugo, vino, agua?, preguntó amablemente.
--¿Puede ser café, por favor? .Pensaba en el horario- no sabía si era de noche , de día u otra vez de día-, aturdida miraba sin preguntar nada.
--Porque no , ahorita mismo yo le traigo su café.
Miro a mi compañero de viaje, está destapando los pequeños platos de comida, pero de reojo no deja de observarme.
--Bueno ¿ se anima con la comida ?; si otra vez de día, es lo que sucede con el cambio horario vamos hacia atrás, ahorita estaremos por seis horas atrás, en Nicaragua estarán a once horas por detrás
--Me ha leido el pensamiento, ¿nos quedará mucho para llegar a Cuba?
Miró el reloj y movió la cabeza pensativo calculando antes de contestar.
--Al rededor de cuarenta y cinco minutos mas o menos
La azafata me trajo un buen café ,empecé a destapar los platos mientras me lo bebía a sorbos cortos.
--Tendría gusto si pudiera conocer a Ernesto, ahorita no esta en el país pero si vos querés visitar Solentiname en este tiempo podés pasiar no mas por Granada y llegar hasta las islas.
--Estaría bien, pero no se si será posible, tengo actividades en el hospital de Ocotal, las alubias pintas con arroz están muy buenas
--Esto acá se llama gallo pinto y son frijolitos con arroz y verduras ¡ojalá qué pueda disfrutar muchas veces de este plato en mi tierra!
Mientras comíamos me contó que , en Canadá, se había enterado que la Compañía de Jesús estaba teniendo muchos problemas con la curia romana, la presión por parte de ciertos cardenales era muy fuerte, ya se vislumbraban coacciones y anuncios de excomunión. Me comento que él se quedaba en La Habana para enlazar vuelo hacia Brasil.
En ese momento ninguno de los dos podríamos imaginar que su hermano Ernesto Cardenal estaría en mi casa de visita tres días, que - junto con Ventura y Conchi- nos vincularíamos al AMNLAE, creando el grupo de amigos de Solentiname.
Después del café y de los tragos- así se llaman a las copas-de ron, llegamos a La Habana de la misma forma que había comenzado el viaje, con aplausos y escandalera. Las azafatas pedían que no tuvieran prisa por recoger el equipaje, pero todo el mundo estaba en pie abriendo taquillas y recogiendo sus pertenencias.
Fernando y yo nos mantuvimos sentados hasta que el pasillo se despejó. Después bajó mi mochila y su bolsa de viaje.
Se volvió a mi y me alargo la mano
--Me despido de vos aquí, me aguardan afuera muchas personas y no tendremos ningún momento de tranquilidad, le deseo lo mejor y nuevamente le doy las gracias por su compromiso, no puedo comprometerme con visitas puesto que no manejo mi agenda.
Alargue la mía, después de las manos vino el abrazo -yo le llegaba mas o menos por su torso-
--Gracias por todo, ha sido un placer conocerle. Le recordaré toda mi vida.
Volvimos a abrazarnos, estaba tan emocionada que Fernando me daba unos ligeros golpecitos en la espalda, para aliviar mi estado.
Bajamos la escalerilla del avión, a él le esperaban unas cuantas personas al lado derecho de la escalera del avión, se lo llevaron y yo subí al autobús mientras notaba la bochornosa temperatura, como una bofetada de aire caliente en la cara y una mezcla de olores tan fuerte que era imposible identificar ninguno de ellos en particular.
No volvi a ver en persona a Fernando Cardenal, pero siempre estará en mi corazón.
Al llegar al Aeropuerto José Martí , dos jóvenes militares uniformados nos indicaron que el recinto estaba cerrado por obras, los pasajeros que teníamos que seguir viaje tendríamos que esperar a que los demás identificaran sus equipajes y salieran del Aeropuerto.
--¡ A ver ustedes los brigadistas ! a este lado muchachos, estén tranquilos hoy no saldrán para Managua, su avión de enlace por la demora en Canadá ya partió, mañana les arreglamos el pasaje, tranquilos inspeccionen sus equipajes y comprueben con los billetes que todo esta en orden
Esto era un decir, nos llevaron a una sala donde estaban desparramados por todos lados maletas, bolsos, cajas con material escolar o sanitario; cada uno de nosotros billete en mano, poco a poco, iba reuniendo sus pertenencias arrastrándolas por el pavimento, hasta formar un grupo de enseres variopintos.
--¿ Faltó algo muchachos ?, vamos a trasladar sus equipajes al Aeropuerto militar Rio de Cristal desde donde partirán mañana para La República de Nicaragua, apúrense muchachos , nos espera el bus para llevarles al Hotel La Habana Libre, agarren solo lo preciso para pasar noche.
Desde luego que esto no estaba previsto, veremos mañana que nos depara el destino. Empecé a preocuparme por el instrumental quirúrgico que llevaba repartido en unas cuantas cajas para el hospital de Ocotal.
( continuará )
Te las arreglarás para tenernos con el ala en vilo hasta dentro de...¿cuánto?
ResponderEliminarMe gustaría no tardar tanto pero el tiempo es limitado y yo mas, todo lleva su ritmo. Mañana tengo guardia de 24h, es decir que no vuelvo a casa hasta el martes a las 9 de la mañana.
ResponderEliminarQuerida amiga tendrás que tener paciencia.
La semana pasada estuvimos compostando, se me había olvidado lo costoso que es , teníamos acumulados muchos residuos, ha salido un estupendo compost, ¡ claro qué a ti tus caballos te lo dan hecho!.
¡Quien pillara esa maravilla de estiércol!.
Un abrazo bien fuerte
Entretenida e interesante historia. Espero su continuación. Saludos.
ResponderEliminarBueno... Ya hemos aterrizado mientras en tu alma se quedó prendido Fernando Cardenal.
ResponderEliminarTe iba a decir lo mismo que Mª Jesús, pero leída tu respuesta, entiendo. Mucha tela, Laura querida. Como puedas, princesa, que también dan mucho gustito estos sorbos de tu vida, tan primorosamente recreados y contados.
Estoy disfrutando mucho con tu narración y eso es seguramente porque tú también disfrutas ordenando y escribiendo recuerdos. Ese gozo se nota y se transmite. ¡Qué no decaiga!
Un abrazo grandísimo.
El camino que recorriste no estuvo libre de percances, aunque no fueran serios. Más bien parece que todo iba a favor, como cuando sopla viento suave de popa y la mar sólo caracolea suavemente contra la quilla.
ResponderEliminarSeguro que la tormenta estaba en tu interior, claro que con tendencia a amainar. Que no hay mejor terapia para los propios males que salir de uno mismo y dejarse bambolear por los elementos.
Venga, Laurita, sigo a la espera.
Yo no “composteo” ni abono con natural, porque produce mosquitos y hasta olores poco agradables. Al ser un patio de juegos y encuentro no me está permitido hacer eso. Así que el otro día eché unos puñados de nitrato. No es lo mismo, pero no puede ser de otra manera.
Querida Laura, estoy fascinado con tu historia. Fascinado es la palabra. Yo creo que en alguna ocasión tendrás que adelantarte en el tiempo y contarnos cómo conociste a Ernesto, una persona a quien admiro tanto. Aquí sigo, lector fiel.
ResponderEliminarEstamos de trabajando e intentando encontrar el comentario
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